domingo, 19 de mayo de 2013

Odisea

"Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su navegación por el Ponto, en cuanto procuraba salvar su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria. Más ni aun así pudo librarlos, como deseaba, y todos perecieron por sus propias locuras. ¡Insensatos! Comiéronse las vacas de Helios, hijo de Hiperión; el cual no permitió que les llegara el día del regreso. ¡Oh diosa, hija de Zeus!, cuéntanos aunque no sea más que una parte de tales cosas.”

-Fragmento de: Canto I: Concilio de los dioses. Exhortación de Atenea a Telémaco. (La Odisea, Homero).

Bienvenidos a un rincón más del océano de la opinión. No cito a Homero por pura casualidad...

¿Quién no vive una Odisea de vez en cuando? ¿Quién no la sufre continuamente? Hay quién se vanagloria de andar de pie sobre el hilo que enfoca al abismo, sin caerse. Los hay con suerte. Decía Carlos Goñi, cantante de Revolver: “A algunos les tocan rosas sin espinas, a otros espinas sin más”. Parece ser que a Ulises le tocó vivir una. Un largo recorrido en pos de un sueño. Tenía nombre de mujer: Penélope. A Ulises no le tocó, como decía, vivir una odisea. Vivió La Odisea. Sembró tal precedente histórico que el ser humano se sentenció a vivir una tras otra. Nadie dejó de ser menos que Ulises desde aquel día.

Pero lo que mucha gente ignora de Ulises, y su Odisea, es la auténtica moraleja. Vivió y viajó por un motivo, regresar a Ítaca, donde le esperaba su amada. Pero ese pensamiento le llevó a conocer mundos que jamás imaginó. A desarrollar un ingenio excepcional, a superar sus límites. Ulises, en definitiva, disfrutó el camino. Lo hizo suyo. Le dio sentido.

Hay varias formas de disfrutar el camino pero hay muchas más de acabar detestándolo y odiándolo. Pero una cosa está clara, no hay otra cosa. Todo es camino. La meta que buscas es tu Penélope, tus formas de acariciar su rostro es de lo que se sirve el reloj del destino para moldearte con el paso de los años. No queda otra que aprovecharlo.

Venid, acercaos, sentaos junto al camino. Aquí hay una posada dónde se cruzan varias odiseas.



Aprovechad el camino, Penélope puede esperar unos años más…

U

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