martes, 11 de junio de 2013

La canción de mi vida (I)

Introducción

Todas las cosas de este mundo tienen banda sonora. Se va componiendo a cada momento, a cada segundo hasta completar la melodía que define ese espacio, que lo hace único. No cabe la ambigüedad, el leve balanceo de un compás diferencia la melodía de un lugar y otro, aunque estén a un metro de distancia, si los personajes son distintos.

Cada vida encierra una historia, adornada por una banda sonora: triste, alegre, nostálgica, única. Sea como fuere los que nos sentimos invadidos por música a cada momento (sea del estilo que sea) somos incapaces de vivir sin ella. 

Aún conservo en la memoria distintas etapas de mi vida, todas ellas asociadas a un grupo, una canción o una lista de reproducción. Quizás, en ocasiones, las reescuchas tiempo después y te escandalizas de que lo interiorizaras tan profundamente. Ahora suenan otras, te guían otras y te definen otras. Es así, la gente cambia. Y como no, la música también. A mi la música me ha ayudado a superar muchos momentos difíciles. También me ha hecho disfrutar más exquisitamente otros. Pero en ningún caso he podido renunciar a ella. 

En 1977 el científico Carl Sagan decidió lanzar al espacio las llamadas sondas Voyager, en cuyo interior se introdujo el disco de oro. En este disco se grabaron los "Sonidos de la Tierra". En él se incluían retazos de sonidos del planeta, saludos en distintos idiomas y, sobre todo, MÚSICA. La idea era que si vida inteligente encontraba la sonda vagando por el espacio pudiera entender cómo era la tierra y, por su música, la civilización que la habitaba. Está claro que si "alguien" encontraba esta botella lanzada al espacio cósmico pensaría que el ser humano habita en un lugar maravilloso. Al oír a The Beatles, Beethoven o Mozart pensarían que nos encontramos en la cima de la civilización, que tal expresión de gloriosos sonidos solo podían ser interpretados por la mayor de las especies, donde no cabe la maldad, ni el odio, ni las guerras, ni la desigualdad... La idea se le ocurrió a Carl Sagan, en su afán por buscar vida inteligente fuera de La Tierra, porque dentro había desistido. 

Para que algún ser extraño a la especie humana entendiera como somos debería oír un millón de discos de oro, por lo menos. Y de esta forma, tener una remotísima idea de lo que es este mundo. 

Si te dijeran que has de elegir una canción para incluirla en el disco de oro, una canción que pueda definir lo más importante de ti, ¿con cuál te quedarías? 




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