domingo, 1 de noviembre de 2015

Un viaje

Ahora que la tempestad me aleja de la orilla me rindo ante ella y amarro mis velas rotas. Nunca fui enemigo del mar y no me estremecerá ahora. Cada choque frenético del casco de mi maltratado navío con las olas embrutecidas me devuelve a la realidad nocturna de la tormenta. “Sigo aquí” parece gritarme. “Te acompaño” me consuela. 

Alejar la tierra como se alejan los malos pensamientos. Purificar el alma ante una nueva aventura, como cada vez que sale al mar el marinero aventurero. Para calmar el dolor del pasado, el humo de la nostalgia y los tiempos que dan fuerza a un futuro por descubrir. En cada inicio que se desata una tormenta recuerdo como surcar el mar me produce la mejor vía introspectiva de mi presente. Es la manera adictiva de necesitar continuamente su exilio. 

Y dile que la echo de menos...

U

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