Mi interés en esta entrada no va más allá de expresar mi profundo desprecio a la última jugada del circo de La Voz Kids. Una función a la que han llamado Iraila. Por desgracia, el hecho en si es una tragedia y por supuesto vaya por delante las condolencias a la familia, pero lo que se debería analizar es el uso de sentimientos tan íntimos como propaganda televisiva. Me huele mal esto. No me inspira confianza que una enfermedad tan grave pase desapercibida para los ejecutores del programa (que no lo hizo), que esta participante agotara sus días de vida cumpliendo su sueño como decían, que todo sea televisado y emitido post mortem con una naturalidad pasmosa y que encima se anuncie a bombo y platillo que tal cosa está ocurriendo. Y me huele aun peor que sea de telecirco. Qué gran obra de marketing comercial, que culminación empresarial de contenido emocional tan finamente analizado y plasmado en nuestras retinas.
Os invito a reflexionar sobre si en este caso se trata de homenajear a una niña o a alimentar un morbo para obtener un lucro. Yo tengo clara mi postura: homenaje si pero obtener beneficio económico no. No se cuán profundo llega este asunto (aún se está emitiendo el programa) pero me gustaría creer que se respeta la memoria de los más inocentes en este circo macroeconómico.
No nos dejemos comprar.
U
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