jueves, 13 de marzo de 2014

Dame morbo y te diré quién eres.

El imperio televisivo me llega a impactar cada vez más. Esta vez un programa de entretenimiento, interpretado por niños y dirigido a ellos en gran medida abusa de un poder tan poco autorizado como ético. Ahora les da por traficar con sentimientos. Con esa debilidad que tiene cualquier sociedad humana para con sus pequeños. Un programa muy lucrativo en este aspecto es La Voz Kids de Telecinco. "Telecirco" la llaman por ciertos foros y es tan acertado el acrónimo como horas dediques a los principales programas del canal. Todo su contenido roza la desinformación, fomenta espíritus vagos y enarbola la bandera del éxito sin necesidad de educación. Analfabetización social televisiva la llamaría yo. Pero eso solo ya merece una crónica aparte.

Mi interés en esta entrada no va más allá de expresar mi profundo desprecio a la última jugada del circo de La Voz Kids. Una función a la que han llamado Iraila. Por desgracia, el hecho en si es una tragedia y por supuesto vaya por delante las condolencias a la familia, pero lo que se debería analizar es el uso de sentimientos tan íntimos como propaganda televisiva. Me huele mal esto. No me inspira confianza que una enfermedad tan grave pase desapercibida para los ejecutores del programa (que no lo hizo), que esta participante agotara sus días de vida cumpliendo su sueño como decían, que todo sea televisado y emitido post mortem con una naturalidad pasmosa y que encima se anuncie a bombo y platillo que tal cosa está ocurriendo. Y me huele aun peor que sea de telecirco. Qué gran obra de marketing comercial, que culminación empresarial de contenido emocional tan finamente analizado y plasmado en nuestras retinas. 

Os invito a reflexionar sobre si en este caso se trata de homenajear a una niña o a alimentar un morbo para obtener un lucro. Yo tengo clara mi postura: homenaje si pero obtener beneficio económico no. No se cuán profundo llega este asunto (aún se está emitiendo el programa) pero me gustaría creer que se respeta la memoria de los más inocentes en este circo macroeconómico. 

No nos dejemos comprar. 


U

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